pertenecieran. Considera enseguida la Concepción del Verbo, todos los actos que El hizo en su vida, y a cada uno de ellos da su pequeña correspondencia de amor y de gratitud, y suplica por el adviento del Reino de la Divina Voluntad sobre la tiera.
SEPTIMA HORA
El alma se sumerge en los mares de Luz y de Santidad de la Mamá Celestial. Y Junto con Ella ruega que venga el Reino de la Divina Voluntad sobre la tierra.
Trinidad Santísima, Padre, Hijo y Espíritu Santo, veo que hacéis salir mares de Potencia, de Sabiduría, de Amor y de Belleza indescriptibles. Y juntando todos estos océanos, llamáis del fondo de ellos, en virtud de vuestra Palabra Omnipotente, la vida de la Pequeña Reina, y la creáis así tan pura, sin mancha y tan rica en belleza que queda raptada vuestra misma Divinidad. Madre mía, en este primer acto de tu Concepción demos junto con toda la Creación, el asalto a nuestro Padre Celestial y gritemos: "Venga el Reino de la Divina Voluntad sobre la tierra."
OCTAVA HORA
El alma continúa con la Mamá Soberana suplicando al Padre Celestial que haga conocer a todos la Divina Voluntad y que venga su Reino.
Mamá Santa da la mano a tu pequeña hija y hazme cruzar el mar de tu amor, a fin de que con tu mismo amor, yo pueda pedir con más eficacia el Reino del Fiat Divino. También hago mía tu adoración al Creador, tus oraciones, tus súplicas y tus
suspiros y pido por medio de ellos este Reino.
NOVENA HORA
El alma sigue a la Divina Voluntad en la Concepción del Verbo y hace compañía al pequeño Prisionero Jesús en el seno de su Mamá.
El alma se sumerge en los mares de Luz y de Santidad de la Mamá Celestial.
Mientras considero la Concepción del Verbo, escondo en tu seno Materno mi continuo "te amo" y todas mis penas para ofrecer un ardiente homenaje al Hijo de Dios. Pequeño Jesús, ¡Cuántas penas no sufres en el seno de la Virgen Madre por la estrechez, la inmovilidad y oscuridad que ahí encuentras! Y yo pongo mi beso y mi "te amo", en tus tiernos miembros, y te pido que por los méritos de tus mismos sufrimientos tu Querer tenga movimiento en las criaturas y mediante su luz ponga en fuga la noche del querer humano y forme el día perenne del FIAT Divino.
DECIMA HORA
El alma sigue al Niño Jesús en los brazos de la Mamá Celestial en el dolor de la Circuncisión y encierra a todas las voluntades humanas en esa dolorosa herida.
Mi gracioso Niñito, para implorar tu Fiat Divino yo pongo mi "te amo" en el dolor que sufriste por el cruel corte de la Circuncisión; y te suplico que encierres en esa dolorosa herida a todas las voluntades humanas y nos concedas a cambio la Vida de tu Divino Querer.
UNDECIMA HORA
El alma sigue al Niño Jesús que huye a Egipto; llama a toda la Creación a acariciarlo, y pide con todos el Reino de la Divina Voluntad.
Mi amable Niño, tu huyes para ponerte a salvo, pues un hombre impío quiere tu muerte. ¿No es acaso este episodio un símbolo de la perfidia de la voluntad humana, que persigue tu Voluntad Divina porque no quiere que Ella reine? Y yo Jesús Mío, mientras huyes quiero hacerte sentir en todas partes mi "te amo..." y ya que Tú huyes para darme la Vida, yo quiero ofrecerte mi existencia para defender la tuya y para pedir el triunfo de tu Voluntad.
DUODECIMA HORA
El alma con Jesús en Egipto: ofrece su corazón como alojamiento y pide con la Reina del Cielo el Reino de la Divina Voluntad.
Mi querido Jesús, he aquí que llegas a Egipto. Acompañado del dolor y de las lágrimas, del olvido y del abandono de todos, y te ves forzado a entrar en una pequeña choza. Todo esto es