Jerusalén. Esta parece quererme dar la alegre nueva de que pronto llegará el Reino de tu FIAT Divino a la tierra. Amor mío, me estrecho a Ti para poner mi "Te amo, te adoro, te bendigo, te agradezco" en cada uno de los Sacramentos que instituyes.
CUARTA PARTE
El alma sigue paso a paso al Verbo Encarnado, hace suyos todos estos misterios, los envuelve con su amor y los ofrece a la Santísima Trinidad pidiéndole su Reino. Por eso lo sigue en su Pasión hasta la muerte, luego va con El hasta el Limbo, lo espera en el Sepulcro, y le pide el triunfo del Reino de su Voluntad Divina en virtud de su gloriosa Resurrección. Finalmente lo sigue en su Ascensión al Cielo, para urgirlo a restablecer el Reino del Fiat Divino sobre la tierra.
DECIMA NOVENA HORA
El alma sigue a Jesús en el Getsemaní y asiste a las tres horas de agonía en el Huerto.
Jesús mío, aquí en el Huerto todo se te hace presente: los pecados de todos los hombres, las penas de tu Pasión, cada una de las cuales lleva impresa la huella infame del arma homicida de la voluntad humana que hace guerra a un Dios. Quiero confortarte haciendo correr mi "te amo, te adoro, te bendigo", en cada gota de tu Sangre, en cada pena, afán y suspiro que sufres; y te pido que me asegures antes de dejar este Huerto que pronto llegará el triunfo del Reino de la Divina Voluntad.
VIGESIMA HORA
El alma sigue a Jesús en las penas de su Pasión hasta el Calvario, y en su Muerte en la Cruz y ruega por el triunfo de la Divina Voluntad.
Jesús, mi "te amo" te siga siempre y selle todas tus penas y tus espasmos hasta tu último respiro. Por el dolor que sufriste al ser condenado a muerte líbranos de la muerte que damos a tu FIAT en nuestras almas, has que nuestra voluntad muera a sí misma y que tu Divino Querer resurja dominante y forme su Reino en todos nuestros actos. Oh Jesús, ahora agonizas y estás por dar tu último respiro, te suplico por las penas atroces que sufriste en la Cruz, que infundas en nosotros un ardiente deseo de vivir en tu Voluntad.
VIGESIMA PRIMERA HORA
El alma se encierra en el sepulcro con Jesús para sepultar su voluntad con El; desciende luego al Limbo y pide con todas esas almas el Reino de la Divina Voluntad.
Amor mío, ya estás muerto, sello tu sepultura con mi "Te amo" y te pido sepultes mi voluntad humana de manera que ella no tenga nunca la posibilidad de volver a la vida. Te sigo al Limbo y con asombro veo que esas almas Santas se regocijan y postrándose te adoran. Pero parece que no es completa su fiesta, porque todos a coro te dicen: "Dulce Salvador, te damos gracias por cuanto hiciste y sufriste por amor nuestro, pero ahora que nos has redimido, cumple tu obra: Has que tu Voluntad Divina reine en la tierra como en el Cielo."
VIGESIMA SEGUNDA HORA
El alma presencia como Jesús sale triunfante del Limbo y pide junto con la Reina de los Dolores y con todas las almas de los justos el Reino de la Divina Voluntad sobre la tierra.
Jesús mío, ¿No oyes el coro de esas voces a ti tan queridas, no oyes la súplica de la misma Reina de los Dolores? Hoy, día de tu muerte es también el día de tus victorias, de tu triunfo; concédenos pues antes de dejar el Limbo el triunfo de tu Divino Querer sobre las voluntades humanas.
VIGESIMA TERCERA HORA
El alma sigue a Jesús en el acto de la Resurrección y le pide que sea derribada la voluntad humana y que resurja la Voluntad Divina.
Jesús mío, ya te diriges al sepulcro para vencer a la muerte y hacer resurgir tu Sma. Humanidad. ¡Qué momento tan solemne! Para festejarlo y para obtener la resurrección de tu Voluntad Divina en todas las criaturas, yo quiero esconder por doquier mi "Te amo": en el sepulcro, en el acto que cumples para resucitar, y en lamisma luz de gloria que te circunda. Y Tu, Amor mío, para celebrar este día de júbilo, vence nuestra voluntad humana y has resucitar para siempre victoriosa la Tuya.
VIGESIMA CUARTA HORA
El alma asiste a la Ascensión de Jesús y pide poder cantar por siempre: "Venga a la tierra el Reino de tu Divina Voluntad".
Mi resucitado Jesús, mientras Tú con tu entrada triunfante en el Cielo abres las puertas cerradas por tantos